Mirando a Venus
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Cultura y Mente
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El Blog de un hombre sin amo
lunes, 29 de diciembre de 2014
lunes, 1 de diciembre de 2014
domingo, 30 de noviembre de 2014
El Espíritu de la Navidad y la Paz Social
Sí, ya lo sabemos. La Navidad es una fiesta pagana cristianizada en el siglo IV d.C.
Antes, los romanos celebraban una fiesta entre el 17 y el 24 de diciembre de cada año, donde se comía en abundancia y se danzaba para celebrar y exaltar al Sol. El Solsticio de Invierno había llegado. Los paleocristianos comenzaron a sustituir estos festejos por la fecha imaginada del nacimiento de Jesús ( que en realidad nació en primavera, según algunos entendidos).
Lo que pretendemos recordar en estas fechas que celebramos los cristianos del todo el mundo (unos 2.200 millones !!!) es el sentido del espíritu de la Navidad.
No hay duda, el sentido de la Navidad es el Amor entre los seres humanos: la fraternidad de los librepensadores, agnósticos y ateos. Desde el punto de vista de los cristianos se celebra el nacimiento de Jesús, aquél que representa, con sus enseñanzas para muchas personas, el alimento espiritual y la razón de ser para vivir sin esas angustias que corroen a una parte de los seres humanos.
La Navidad, a través de Jesús, fortalece nuestros espíritus y nos hace recordar que la mente, el corazón y los sentimientos deben prevalecer ante un materialismo consumista y de poder y ante el placer inhumano de los poderosos para someter a los más débiles y desposeídos.
Una Paz Social es posible siempre que se intente conseguir una Justicia Social: el mejor regalo de Navidad para que un 80% de la gente que vive explotada y humillada en todo el mundo sea respetada por una minoría poderosa de facinerosos.
Antes, los romanos celebraban una fiesta entre el 17 y el 24 de diciembre de cada año, donde se comía en abundancia y se danzaba para celebrar y exaltar al Sol. El Solsticio de Invierno había llegado. Los paleocristianos comenzaron a sustituir estos festejos por la fecha imaginada del nacimiento de Jesús ( que en realidad nació en primavera, según algunos entendidos).
Lo que pretendemos recordar en estas fechas que celebramos los cristianos del todo el mundo (unos 2.200 millones !!!) es el sentido del espíritu de la Navidad.
No hay duda, el sentido de la Navidad es el Amor entre los seres humanos: la fraternidad de los librepensadores, agnósticos y ateos. Desde el punto de vista de los cristianos se celebra el nacimiento de Jesús, aquél que representa, con sus enseñanzas para muchas personas, el alimento espiritual y la razón de ser para vivir sin esas angustias que corroen a una parte de los seres humanos.
La Navidad, a través de Jesús, fortalece nuestros espíritus y nos hace recordar que la mente, el corazón y los sentimientos deben prevalecer ante un materialismo consumista y de poder y ante el placer inhumano de los poderosos para someter a los más débiles y desposeídos.
Una Paz Social es posible siempre que se intente conseguir una Justicia Social: el mejor regalo de Navidad para que un 80% de la gente que vive explotada y humillada en todo el mundo sea respetada por una minoría poderosa de facinerosos.
sábado, 29 de noviembre de 2014
Si el Planeta Tierra dejara de girar
Los tres problemas básicos que afectan a nuestro planeta son: el orden o desorden social internacional, el descontrol del medio ambiente y los derechos humanos ignorados.
El principio de una relativa calidad de vida podría ser en mantener, a escala mundial e incluso a nivel personal, un equilibrio entre el optimismo (real o imaginado) y un pesimismo.
Estar alegre porque sí es tan de locos como estar deprimido sin razón aparente. Ya lo dijo Ghandi: "El optimista es un pesimista que no tiene toda la información".
Volvamos a la realidad. Dicen que las generaciones políticas de cualquier país suelen durar unos diez años mientras que las generaciones humanas duran veinte años. ¿Se caerá por su propio peso una generación política nefasta aunque la oposición política sea débil o casi inexistente? No siempre, tengamos en mente aquellas prolongadas dictaduras europeas: miedo da recordarlas.
Si miramos hacia atrás nos daremos cuenta de la importancia, a nivel geopolítico, que tuvo y tiene la caída del Muro de Berlín (y del marxismo trasnochado de la antigua URSS), y del actual papel dirigente que disfruta el Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de los Estados Unidos, el gendarme o cancerbero del mundo, según se mire. Todos juntos hacen y deshacen a su antojo e influyen notablemente en el desarrollo o en el subdesarrollo de una parte del mundo.
El gran fraude de la Globalización se ejemplifica con lo que dijo un presidente de un país subdesarrollado en una Asamblea de la ONU:
"Hemos privatizado lo poco que teníamos. Todo ha sido comprado por capital extranjero. Las empresas extranjeras han cerrado la mayoría de las empresas locales y ha aumentado el desempleo. Hemos abolido las tarifas aduaneras y hemos desmontados nuestras barreras provocando una invasión de productos chinos con costes muy inferiores a los nuestros que han hecho aumentar otra vez el desempleo. Seguimos todo lo que nos dijo el FMI y el Banco Mundial. Para empeorar nuestra situación solo necesitamos que el Planeta Tierra deje de girar".
El principio de una relativa calidad de vida podría ser en mantener, a escala mundial e incluso a nivel personal, un equilibrio entre el optimismo (real o imaginado) y un pesimismo.
Estar alegre porque sí es tan de locos como estar deprimido sin razón aparente. Ya lo dijo Ghandi: "El optimista es un pesimista que no tiene toda la información".
Volvamos a la realidad. Dicen que las generaciones políticas de cualquier país suelen durar unos diez años mientras que las generaciones humanas duran veinte años. ¿Se caerá por su propio peso una generación política nefasta aunque la oposición política sea débil o casi inexistente? No siempre, tengamos en mente aquellas prolongadas dictaduras europeas: miedo da recordarlas.
Si miramos hacia atrás nos daremos cuenta de la importancia, a nivel geopolítico, que tuvo y tiene la caída del Muro de Berlín (y del marxismo trasnochado de la antigua URSS), y del actual papel dirigente que disfruta el Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de los Estados Unidos, el gendarme o cancerbero del mundo, según se mire. Todos juntos hacen y deshacen a su antojo e influyen notablemente en el desarrollo o en el subdesarrollo de una parte del mundo.
El gran fraude de la Globalización se ejemplifica con lo que dijo un presidente de un país subdesarrollado en una Asamblea de la ONU:
"Hemos privatizado lo poco que teníamos. Todo ha sido comprado por capital extranjero. Las empresas extranjeras han cerrado la mayoría de las empresas locales y ha aumentado el desempleo. Hemos abolido las tarifas aduaneras y hemos desmontados nuestras barreras provocando una invasión de productos chinos con costes muy inferiores a los nuestros que han hecho aumentar otra vez el desempleo. Seguimos todo lo que nos dijo el FMI y el Banco Mundial. Para empeorar nuestra situación solo necesitamos que el Planeta Tierra deje de girar".
viernes, 28 de noviembre de 2014
El día que llovió besos
(Un minicuento para estas fechas)
Amaneció como un día cualquiera de un final de otoño. Unas nubes blancas y especialmente luminosas abrazaban a la ciudad. Paco, tras afeitarse se vistió y bajó a la cochera para sacar el coche y dejarlo frente a la puerta de casa. Volvió a la cocina a tomar una infusión que se estaba enfriando y observó, a través de la ventana, que comenzaba a llover. Cuando salió a la calle se sorprendió al ver que las gotas de agua parecían más como copos de nieve, casi flotaban en el ambiente, aunque caían verticalmente hacia el suelo y lo más raro era que dichas gotas de esa extraña sustancia atravesaban el tejido del paraguas y a él mismo. La gota que le caía sobre el hombre le salía limpiamente, sin él sentir nada, por la axila.
Una inquietud que le embargó aún más cuando, dentro del vehículo, vio como ese tipo especial de lluvia atravesaba, sin ruido alguno, el techo del coche, a él mismo y atravesando el suelo del vehículo se perdía en el interior del asfalto.
Conectó la radio antes de arrancar el motor, no salió sonido alguno, solo estáticas. Con prudencia salió a la autovía con dirección a la ciudad y a su lugar de trabajo. Una sensación de completo bienestar le invadía, ya no le escocía el pequeño corte que se hizo al afeitarse, ni la opresión del zapato en su pie izquierdo.
Un control de la policía de tráfico hizo que parase el vehículo. Un guardia sonriente se acercó a la ventanilla y se excusó diciendo que le paraba solo para desearle que tuviera un buen día. Antes de arrancar el coche Paco sintió a su espalda la voz bien timbrada del funcionario: ¡ Adiós y que disfrute usted de esta lluvia de besos!
Una lluvia de besos. Eso era aquello que caía desde las nubes. Cuando llegó Paco al parking de la empresa, el conserje, un viejo enjuto y con mala fama de ser un ineducado, salió de su garita y le deseó los buenos días al mismo tiempo que le ayudaba en la tarea de aparcar.
Paco, ahora más asombrado que atemorizado, y recibiendo con naturalidad la pertinaz y agradable lluvia que atravesaba el ascensor y a él mismo, llegó a la planta donde estaba su oficina. La secretaria de dirección le esperaba con una sonrisa grata y la indicación de que estaban esperándolo para una reunión de trabajo. En una mesa larga se sentaban todos los mandos de la empresa encabezados por el director y a la vez presidente del consejo de administración.
-Paco, buenos días. Siéntate que te estábamos esperando - dijo el director afablemente.
La reunión de empresa fue fantástica. Todos los responsables fueron felicitados por su trabajo y al final, el director ordenó a su secretaria para que llamara a la cafetería y tomaron todos un desayuno allí mismo: estamos en familia, dijo el director mientras palmeaba las espaldas de sus empleados y al mismo tiempo les preguntaba por sus respectivas esposas e hijos.
La jornada laboral fue excelente. Todos su proyectos salieron a pedir en boca. Ya estaba anocheciendo cuando salió de su oficina. De vuelta a casa, por la misma autopista se encontró con el mismo control de tráfico. Un guardia le indicó que no parara y a su paso le grito alegremente que tuviera buenas noches y buen viaje de regreso a casa.
Paco abrió la puerta de su hogar y se encontró a su mujer arreglada y bien vestida, un suave perfume exhalaba su cuerpo cuando le dio un beso de llegada en la frente. Sus dos hijos, que siempre se estaban peleando y alborotando, se encontraban sentados en un sillón de la sala leyendo unos libros infantiles. Todo era armonía y quietud; la lluvia de besos atravesaba el salón, a los niños y a los cuentos. La televisión y el ordenador estaban desconectados porque no funcionaban debido a extrañas interferencias.
Paco se dio cuenta que esta providencial lluvia de besos había convertido a la gente en personas educadas y amables. Él que tanto odiaba lo rahez y la vulgaridad se encontraba en su grato paraíso. La lluvia extraña no cesó hasta que el despertador le hizo brincar de la cama. Eran las 6:30 de la mañana. Un sabor amargo en el paladar y un picor en el escroto lo empujaron hacia la ducha mientras que arrascándose la cabeza con desgana dijo lo que todo los días cuando se levantaba para ir al trabajo: ¡Joder, otro día más!
Amaneció como un día cualquiera de un final de otoño. Unas nubes blancas y especialmente luminosas abrazaban a la ciudad. Paco, tras afeitarse se vistió y bajó a la cochera para sacar el coche y dejarlo frente a la puerta de casa. Volvió a la cocina a tomar una infusión que se estaba enfriando y observó, a través de la ventana, que comenzaba a llover. Cuando salió a la calle se sorprendió al ver que las gotas de agua parecían más como copos de nieve, casi flotaban en el ambiente, aunque caían verticalmente hacia el suelo y lo más raro era que dichas gotas de esa extraña sustancia atravesaban el tejido del paraguas y a él mismo. La gota que le caía sobre el hombre le salía limpiamente, sin él sentir nada, por la axila.
Una inquietud que le embargó aún más cuando, dentro del vehículo, vio como ese tipo especial de lluvia atravesaba, sin ruido alguno, el techo del coche, a él mismo y atravesando el suelo del vehículo se perdía en el interior del asfalto.
Conectó la radio antes de arrancar el motor, no salió sonido alguno, solo estáticas. Con prudencia salió a la autovía con dirección a la ciudad y a su lugar de trabajo. Una sensación de completo bienestar le invadía, ya no le escocía el pequeño corte que se hizo al afeitarse, ni la opresión del zapato en su pie izquierdo.
Un control de la policía de tráfico hizo que parase el vehículo. Un guardia sonriente se acercó a la ventanilla y se excusó diciendo que le paraba solo para desearle que tuviera un buen día. Antes de arrancar el coche Paco sintió a su espalda la voz bien timbrada del funcionario: ¡ Adiós y que disfrute usted de esta lluvia de besos!
Una lluvia de besos. Eso era aquello que caía desde las nubes. Cuando llegó Paco al parking de la empresa, el conserje, un viejo enjuto y con mala fama de ser un ineducado, salió de su garita y le deseó los buenos días al mismo tiempo que le ayudaba en la tarea de aparcar.
Paco, ahora más asombrado que atemorizado, y recibiendo con naturalidad la pertinaz y agradable lluvia que atravesaba el ascensor y a él mismo, llegó a la planta donde estaba su oficina. La secretaria de dirección le esperaba con una sonrisa grata y la indicación de que estaban esperándolo para una reunión de trabajo. En una mesa larga se sentaban todos los mandos de la empresa encabezados por el director y a la vez presidente del consejo de administración.
-Paco, buenos días. Siéntate que te estábamos esperando - dijo el director afablemente.
La reunión de empresa fue fantástica. Todos los responsables fueron felicitados por su trabajo y al final, el director ordenó a su secretaria para que llamara a la cafetería y tomaron todos un desayuno allí mismo: estamos en familia, dijo el director mientras palmeaba las espaldas de sus empleados y al mismo tiempo les preguntaba por sus respectivas esposas e hijos.
La jornada laboral fue excelente. Todos su proyectos salieron a pedir en boca. Ya estaba anocheciendo cuando salió de su oficina. De vuelta a casa, por la misma autopista se encontró con el mismo control de tráfico. Un guardia le indicó que no parara y a su paso le grito alegremente que tuviera buenas noches y buen viaje de regreso a casa.
Paco abrió la puerta de su hogar y se encontró a su mujer arreglada y bien vestida, un suave perfume exhalaba su cuerpo cuando le dio un beso de llegada en la frente. Sus dos hijos, que siempre se estaban peleando y alborotando, se encontraban sentados en un sillón de la sala leyendo unos libros infantiles. Todo era armonía y quietud; la lluvia de besos atravesaba el salón, a los niños y a los cuentos. La televisión y el ordenador estaban desconectados porque no funcionaban debido a extrañas interferencias.
Paco se dio cuenta que esta providencial lluvia de besos había convertido a la gente en personas educadas y amables. Él que tanto odiaba lo rahez y la vulgaridad se encontraba en su grato paraíso. La lluvia extraña no cesó hasta que el despertador le hizo brincar de la cama. Eran las 6:30 de la mañana. Un sabor amargo en el paladar y un picor en el escroto lo empujaron hacia la ducha mientras que arrascándose la cabeza con desgana dijo lo que todo los días cuando se levantaba para ir al trabajo: ¡Joder, otro día más!
jueves, 27 de noviembre de 2014
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