Ida (2013)
Una película polaca del director Pawell P. que cuenta una historia vivida en la Polonia comunista del año 1960. Una monja novicia católica descubre que la vida es pura rutina, en el claustro y fuera de éste.
La novicia, 19 años de edad, no lo tiene tan sencillo ya que descubre por su tía, único familiar que le queda, (fiscal y después jueza miembro del partido) que ella era de orígen judío y que escapó de los nazis en el año 1944 porque el ama de llaves de un párroco la crió como católica.
La fotografía en blanco y negro es excelente y retrata bien el ambiente sórdido de un país bajo el yugo comunista, con unas libertades ausentes. El film recrea un ambiente claustrofóbico, agobiante, gris y tristón de todos los pobres que vivían en los países tras el llamado Telón de Acero.
El argumento es muy inteligente. Una guapa y joven novicia a punto de profesar contacta con su tía magistrada, alcohólica y ninfómana y descreída del régimen, para intentar hallar los huesos de sus padres que estarían enterrados en una fosa en mitad de un bosque de un pueblo a pie de sierra. En la película la novicia siempre viste un hábito monjil a media pierna y una toca en la cabeza. Cuando habla mira al suelo y apenas alza la voz. Es sumisa y callada. La tía y la sobrina llegan al pueblo y preguntando y amenazando y corrompiendo consiguen saber que los nuevos dueños de la casa de los padres de la novicia habían matado a la familia, excepto a la niña, por miedo a la represalia de los nazis por ocultar a una familia judía. No pasa nada. A cambio de señalar dónde estaban los huesos enterrados de sus padres y de su hermanito ella, la novicia, no reclamaría la finca.
Por fin entierran los restos en un cementerio judío y ella, la novicia, descansa. Un suceso terrible entorpece la marcha por unos días al convento. La tía, asqueada de la vida, se suicida y la novicia se hace cargo de la casa. Un día se quita el hábito y se viste con la ropa de su tía y llama a un chico que había conocido. Van a bailar y después hacen el amor. El chico le dice que la ama, que no puede vivir sin ella. Y tendremos hijos, y yo te cuidaré -le dice el joven. ¿Y después? - le pregunta la novicia. Pues como todo el mundo: tendremos dos o tres hijos, tu me esperará a la vuelta del trabajo, yo te compraré una lavadora, los domingos iremos de excursión... ya sabes, como todos los matrimonios.
Cambia el plano y se ve como la chica se viste con el hábito monjil, coge su maleta de cartón y se vuelve al convento.
Paradoja pueblerina para un reflexión: "¿Dónde irá el buey donde no are?"
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