lunes, 28 de abril de 2014

CINE CLASICO

Delitos y faltas (1989)
Director: Woody Allen

La vida de muchos personajes importantes de nuestra sociedad, de todas las sociedades, puede estar cimentada en crímenes ocultos y en faltas graves que nunca se descubrieron.
En un crítica del "The Times" se dice: "Delitos y faltas (Crimes and Misdemeanors) narra dos historia paralelas pero que se centra sobre la inmoralidad en la que vive el hombre actual. Pequeños engaños, secretos inconfesables que de pronto crecen y de ser faltas leves pasan a convertirse en delitos; las injusticias del día a día, el amor no correspondido, la irracionalidad de la existencia, el temor a Dios, etc".

Como cinéfilo, soy un seguidor del cine de Woody Allen, también de Ingmar Bergman, de Luis Buñuel o de Lars von Trier y de otros. Reconozco que sintonizo más con el arte de W. Allen porque él es inteligente en demasía,  es un gran observador de las estulticias que cometemos cada día y sobre todo porque es  hipercrítico con nuestra sociedad;  desentraña todas las estupideces del ser humano. Las que hacemos de buena fe o con intenciones diabólicas.

El argumento de la película es sencillo. Un famoso oftalmólogo, casado y con hijos adultos, se lía con una azafata que era una histérica y una esquizóide. La relación entre ambos se enfría y el médico se harta de ella y decide romper. La amante le amenaza con presentarse en su casa para contarle a su feliz esposa la clase de marido que tiene. Al doctor le entra el pánico y cree que la única forma de librarse de sus ex-amante es eliminarla. Contrata a un matón, la liquida y el generoso médico sigue con sus donaciones a la gente pobre, con su elogiado altruismo y vive en gloria y en paz hasta el resto de sus días.

Moraleja.- Por desgracia la solución final, la eliminación del "problema" se da más de lo habitual en nuestra sociedad. El castigo nunca se reparte por igual. Por lo general, triunfan los prepotentes y los canallas. 

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