viernes, 26 de julio de 2013

Cuando las religiones desunen a los ciudadanos

Todas las religiones son, en el fondo, unas normas de conductas morales y éticas que, por lo general, si no se toman muy al pie de la letra, pueden ayudar a la convivencia entre los seres humanos.
Lo peor de cualquier religión es cuando surgen interpretaciones particularistas surgidas por cerebros recalentados e ignaros que tergiversan las doctrinas de dichas religiones para entresacar absurdas ideas fundamentalistas.
En la pasada Orange Order Parade de Belfast se liaron a mamporrazos protestantes, policías y católicos por el mero hecho de ser de diferentes religiones. Esto sucedió en un país tan desarrollado como Inglaterra, más bien en una colonia inglesa enclavada vergonzosamente en Irlanda del Norte.
Los pakistaníes (musulmanes) y los hindúes nunca se llevaran bien por mor a tener diferentes religiones así como los palestinos y los judíos, los chechenos y los rusos, etc.

Todas las religiones practicadas en nuestra Europa que no tienen sus raíces en la tradición cristiana occidental chocan, antes o después, frontalmente con un europeísmo que se ve frenado por la avalancha de culturas y religiones exógenas.   

Si el comunismo fue en la época de la guerra fría un terrible monstruo a temer la deseuropaciación que sufre el continente más desarrollado y culto del mundo es progresiva debido a la oxidación de la moral de sus habitantes y por la dejadez y mediocridad de sus gobernantes que evitan enfrentarse a una realidad evidente.


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