lunes, 28 de octubre de 2013

Resiliencia

Hemos sido engañados por un efímero período de bienestar económico y social que el Gran Mammón nos permitió disfrutar durante unas décadas provocando al mismo tiempo, entre todos nosotros, una debilidad mental y poco resiliente a las adversidades que ahora nos ataca por doquier.

¿Por qué hay personas que por su mala suerte están pasando una mala racha y les cuesta trabajo reponerse? Porque les faltan resilencia que es la capacidad para afrontar la adversidad adaptándose a su nueva vida. Ya sabemos que no es fácil adaptarse a un tipo de vida peor que el que se disfrutaba anteriormente.
Nadie nace con un espíritu fuerte, éste se forma, se adiestra. La capacidad de aguantar y de adaptación se aprende poseyendo una voluntad férrea para que estas personas acepten, sin complejos, la realidad tal como es y que le ha tocado vivir. 
Otras personas se abaten y se deprimen con su nueva situación y se refugian en la misericordia ajena y en la lástima que ellos pretende crear ante sus semejantes. Craso error, desconocen que la resilencia que sean capaces de tener sirve para saber controlar sus emociones y no entrar en pánico que los hundirá aún más en el pozo del fracaso.
Cualquier persona en "apuros" económicos, social o profesional debe identificar con exactitud las causas de sus problemas para impedir  repetir el fracaso, también  debe controlar su particular situación y ser optimista, pero de una forma real (nunca pensar en el milagro de los pobres: ni loterías premiadas ni herencias inesperadas); debe considerarse competente y valioso y tener un alto grado de autoestima; nunca desfallecer y buscar siempre estímulos en todo lo que haga a diario, de esta forma, una persona resiliente se hace casi incombustible a cualquier adversidad.

Recomendamos leer "Como desarrollar la resilencia" en
www.motivacion.about.com/od/psicologia_positiva/tp/Como-Desarrollar_La_Resilencia.htm


viernes, 25 de octubre de 2013

CINE

Blue Jasmine (2013)

Director: Woody Allen

El argumento de esta película es sencillo pero interesante: "Jasmine era una ama de casa rica y glamurosa de la alta sociedad de New York, pero ahora está arruinada y sin casa. Por ello se ve obligada a mudarse a San Francisco a vivir con su hermana, una mujer de clase trabajadora que vive en un pequeño piso de un feo barrio obrero. Jasmine atraviesa la etapa más crucial  de una grave crisis existencial, tomando antidepresivos y para consolarse, recordando su antigua vida en Manhattan y las reuniones y fiestas con sus ricos amigos".

Otra crítica que me gustó fue la que leí en el New York Times:
"La película de Woody Allen, que sigue siendo un genio a sus 77 años de edad, nos muestra con Blue Jasmine una obra inquietante y profunda teñida con dosis de humor casi negro. Si bien los cinéfilos caerán en la cuenta que hay un paralelismo entre esta película y la de Un Tranvía Llamado Deseo.
Los opuestos, los contrastes que tanto gusta a Woody Allen, se contraponen; ella, Jasmine, en la pobreza más absoluta todavía le cuesta trabajo creer que exista gente tan desheredada, con esos tatuajes por sus cuerpos, con esos piercing en lugares increíbles, con esa ropa tan horrible y con esos peinados tan estrambóticos. 
El director del film mezcla el pasado y el presente de una mujer que se alimenta de pastillas antidepresivas para ayudarla a reciclarse cuando asiste a una  academia para aprender a hacer algo para ganarse la vida hasta que consigue trabajar como recepcionista en una clínica dental."


Un Cuento casi verdadero

Papá me protege

Adolfo fue a recoger a la estación de ferrocarril a su hijo Pedro que venía de la capital a pasar la vacaciones de navidad al pueblo. El coche que conducía era un robusto Seat 1430 cuyo motor rugía con rabia cuando subía las cuestas. 
Pedro, a sus 19 años de edad siempre fue un botarate. El garbanzo negro de la familia, tan diferente a sus otros tres hermanos. Fue expulsado de diferentes internados y no llegó ni a terminar el bachillerato; ahora estaba matriculado en una academia privada para prepararse de no se qué zarandaja para trabajar en la administración pública. De todas formas, ese trasto, como le llamaba su madre cuando se enfadaba con él, vivía en otra ciudad y ellos, los padres moraban con tranquilidad en su hogar.

En la estrecha y revirada carretera que subía al pueblo pedaleaba con dificultad Jacinto, que en su vieja Orbea iba al corral donde guardaba cabras y cerdos para echarles el pienso.
Adolfo, bajo la mortecina luz de los faros, vio como algo, de color parduzco, se puso en su trayectoria y fue atropellado. Pedro que estaba adormecido  se sobresaltó por el impacto y el brusco frenazo. Adolfo desconectó el motor y bajó del vehículo para comprobar espantado que habían atropellado a un hombre.
Hemos matado a un hombre - exclamó lívido Adolfo mientras cogía con fuerza el brazo de su hijo.
Hemos, no. Ha sido tú. No me impliques, papá. Adolfo miró a ambos lados de la oscura carretera y vio que no circulaban coches. Ordenó a su hijo que cogiera por los pies al muerto y él lo sujetó bajo las axilas y lo llevaron hasta el cercano barranco conocido como el Arrumbadero por donde arrojaron el cuerpo. Un barranco estrecho y muy profundo, casi tapado por la vegetación salvaje. También arrojaron la bicicleta.

Casi a finales del verano se descubrieron los restos de lo que quedaba  de Jacinto y de lo que sería una bicicleta oxidada. Las autoridades dedujeron que fue asesinado por algún marido de esas mujeres casadas que él solía cortejar. Ya investigarían en el círculo próximo del pastor.

Pedro tiene ya 46 años de edad y vive de una subvención vitalicia que le pasa su padre mensualmente pese a las protestas de sus hermanos y de la madre, harta de soportar al "trasto" y al vago de su hijo. 
Cuando el hijo pródigo vuelve a casa por algún evento familiar y sale la conversación sobre su protección él mira a su anciano padre y sonríe.