sábado, 28 de junio de 2014

Pepillo, para Presidente

Leí una anécdota que me hizo sonreir. Cuando el hombre de paja y acérrimo anticomunista L. Walesa lo hicieron presidente de su país, como parte del juego ideado por uno que todos sabemos, y fue invitado formalmente por la reina Isabel al palacio de Buckingham cuentan que un asistente de la reina madre comentó con otro: "Fíjate a lo que hemos llegado en palacio, recibir por S.M. a un chapista pringadillo de un astillero de Polonia con honores de presidente" 



"En un pueblo de Asturias vivía un practicante (ahora los llaman A.T.S. u otra zarandaja) que durante la dictadura militó clandestinamente en un partido político ilegal. Cuando llegó la democracia lo votaron y alcanzó el grado de Super dentro del escalafón de su partido. El Super junto con su esposa, antigua dependienta del Mas&Mas y sus dos hijos con caras de lechuguinos se trasladaron a la capital y residieron en la sede oficial del Super, un antiguo palacio que construyó un indiano a finales del siglo XIX. Allí disfrutaron de tres sirvientes, un chófer oficial y dos policías de escoltas.
Pepillo -le comentó una vez su esposa en voz baja mientras viajaban en el coche oficial- fíjate lo que son las cosas. No hace muchos vivíamos en una casa protegida en las afueras de nuestro pueblo, tú pinchando culos y yo reponiendo las estanterías de la tienda y ahora, aquí vamos lindamente en un coche conducido por un sirviente y separado de él por una mampara para evitar su olor a colonia barata y para que nos oiga  y además otro coche detrás del nuestro con dos tíos para protegernos de la chusma.   
Calla hija y pon cara de dama importante que vamos a inaugurar un granero colectivo y después nos hartaremos de comer fabada hasta reventar- contestó sonriendo el Super mientras se arrascaba con disimulo sus partes pudendas. 

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