jueves, 26 de abril de 2012

Casi un Minicuento

A la caza de un Libro de Horas


En el año 1998 visitó mi galería de arte un antiguo compañero de trabajo. Tras los saludos me preguntó si yo entendía algo de libros antiguos. Le contesté que esa no era mi especialidad aunque si era capaz de distinguir un auténtico incunable de uno falso.


Tras cerrar el negocio llegamos a la casa de A.N. y me subió a una buhardilla agradablemente decorada que era donde él, me dijo, trabajaba en sus maquetas de barcos. Con misterio y tras hacerme prometer absoluta confidencialidad sacó de un arcón un libro envuelto en un lienzo y lo dejó sobre la mesa. Una vez libre de la envoltura lo contemplé. Era un bello ejemplar de un Libro de Horas, bastante bien ilustrado y con un estilo típico del siglo XV. No lo podía creer. ¿Cómo había llegado esa joya a las manos de A.N.?
Cuando lo vi con detenimiento noté que era una falsificación casi seguro realizada en el siglo XIX, cuando se puso de moda coleccionar antigüedades. Se lo dije. Por supuesto que no me creyó. Me contó que ese libro lo trajo de Francia un pariente republicano que luchó contra los alemanes en 1944 en Cambrán, que lo había encontrado entre las ruinas de un caserón.


Lo deseé y le ofrecí comprárselo. No me importaba si era una falsificación o si había sido traído a España de contrabando. Quedé prendidamente enamorado de aquel bello y ficticio Libro de Horas.

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