lunes, 27 de enero de 2014

¿Quién será el padre de mi hijo?

 Años atrás escribí un artículo en un periódico regional que por azar hallé el otro día entre mis papeles.

"Hace varias semanas leí un artículo en un periódico regional que decía que en una farmacia de una ciudad andaluza se podían hacer análisis de ADN de las personas que lo requiriesen a cambio de una tarifa determinada. Aseguraban que el acierto era de un 98%. Algunas herencias fueron modificadas a causa de haber sido demostrado que uno de los herederos no era hijo del testamentado. Pero lo más chocantes fueron los conflictos surgidos entre esposos , cuando algunos maridos llevaron a escondidas muestras de sus hijos y comprobaron que no fueron engendrados por ellos. Creo que suprimieron este servicio en aquella farmacia tan progresista para evitar males mayores.

A pesar la ley de Mendel y otras capulleces, esa que dice que de cada cuatro garbanzos blancos puede salir uno negro sin perjuicios de mezclas recientes siempre me escamó cuando yo veía que en una familia con varios hijos destacaba uno o una por ser muy diferente al resto de sus hermanos.

En la empresa donde trabajaba se dio un caso curioso. Un compañero se amargó en extremo cuando visitó a su esposa recién parida y le mostró al bebé: pelusillas rubias y ojillos azules cuando ellos tiraban todos a aceitunado o a renegridos más bien. El pobre esposo educó y crió a su rubito hijo hasta que por un azar de la vida descubrió que el niño era el fruto del amor o capricho extramarital de su esposa cuando ella trabajaba de secretaria en una delegación comercial danesa con sede en Málaga. Ni ley de Mendel ni -ollas en vinagre, puros cuernos.

En la bienpensante y nacionalcatólica España no hacen ver que todo lo que sucede en el seno de  la famila es sagrado, aunque salga una esposa pendona o un marido calientacama o un hijo friky. Todavía hay mucho camelo cuando se ven a esos hijos/hijas tan diferentes entre el resto de la prole y donde la mamá pone cara de sosa y dice aquello tan manido: es que en mi familia hubo un bosquimano o un vikingo. ¡Anda ya, cachonda!

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