viernes, 30 de marzo de 2012

Cada edad tiene su propio paraíso

Sigo en contacto con algunos excompañeros de trabajo vía e-mail. Luis, un sevillano que estuvo trabajando conmigo en la sucursal de Valladolid me escribió hace un tiempo para contarme su experiencia viajera en la República Dominicana.

"Mis hijos nos regalaron, a mi esposa y a mí, un semana en aquella isla caribeña. Era el mes de julio y todo estaba repleto de turistas españoles. Hacía un calor sofocante, húmedo y pegajoso y llovía por las tardes con frecuencia. Moscas por la mañana y mosquito por la noche. Pero lo peor de todo  era aquella dichosa música que llaman merengue. Te acercabas a un chiringuito de artesanía y allí estaba la radio o el reproductor de cassettes (todavía usan allí este anticuado artilugio) a tope con esa música repetitiva y cansina. Pasa por un barrio de chabolas y dale con el puñetero merengue. Hicimos una excursión en bus y lo primero que hizo el conductor es poner un merengue ¡Qué dolor de cabeza! Es más, en una excursión que se empeñó hacer mi esposa a lomo de mulas para ver un sitio, que según ellos, estaba aún virgen, me tuve que tragar durante casi medio trayecto esa musiquilla semisalvaje y estridente que el mulero que llevaba mi bestia ponía en su reproductor de música.
Conoces a mi mujer, es una pesada pero ahora a  la vejez es más cansosa aún: "¿Para que hemos venido a este país en vez de visitar el norte de Italia o Suiza?" "¿Cuándo volvemos a Sevilla?" "¿Y aquí que hay que ver aparte de la playa que no es mejor que Matalascañas?".

Es lo que yo digo a cada edad lo suyo. La gente joven viene aquí al ñaca-ñaca, a ligar bailando merengue y a beber mojitos o como se llame. Nosotros somos más de hoteles o paradores con buenos restaurantes, silenciosas y frescas habitaciones, por supuesto sin moscas ni mosquitos, para echar la siesta y pasear en excursiones programadas a lugares que tenga algo curioso que nos sorprenda.
Que ya vamos por los 70 años y esto del merengue, de las mulatas en bikini y de los mosquitos son regalos que yo hago a quien quiera.

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