martes, 28 de febrero de 2012

CINE

Tengo una reducida colección de DVD y VTR de películas nacionales y extranjeras. Entre las películas no españolas marqué las 10 mejores,  para mi gusto, siendo la mejor de todas "Un tranvía llamado Deseo" del director E. Kazan; le sigue "September" de W. Allen; "Gritos y susurros" de I. Bergman y otras más.

El cine de interpretación, donde los actores demuestran su calidad interpretativa es el que más me gusta, sin desdeñar esas magníficas películas de efectos y trucos digitales como El Señor de los Anillos o Avatar, por poner unos ejemplos.

Un tranvía llamado Deseo (A Streetcar Named Desidere) es un film basado en una obra teatral de Tennesse Williams. El personaje de Blanche Dubois (Vivien Leigh) es dulce, histérico, incomprendido, muy femenino, algo vicioso y tremendamente ensoñador. Por el contrario el de Stanley Kowalski (Marlon Brando) es pragmático, materialista, brutal y sanchopancista.

La señorita Dubois, una solterona con cuarenta y tantos años de edad, exprofesora de instituto, llega al sórdido barrio de New Orleans donde vive su hermana casada con Stanley. Dice que iba a pasar unos días con ellos pero ambos dudan de esta autoinvitación ya que lleva un pesado equipaje.
Blanche siempre gustó vivir bien, le encantaba ser una mujer refinada, educada, culta y soñadora. Vivía como dentro de una aureola de fantasía. Lo contrario que su cuñado, descendiente de emigrantes polacos, que era soez, jugador y lo peor de todo, conformista con su semipobreza.

El conflicto comienza cuando Blanche Dubois dice a su hermana que la casa y la finca familiar que deberían haber heredado se ha perdido a causa de los impagos de diferentes hipotecas. El cuñado no se lo cree y dice que ella se  ha gastado el capital en lujos vanos y en vivir como una princesa.
No continuo con el argumento de esta película. Nos fijaremos en la interpretación de un joven y excelso actor: Marlos Brando que a sus 27 años de edad interpretó el mejor papel en la historia del cine. La escena de la violación con la cuñada, más insinuada que mostrada, es puro arte interpretativo.
Vivien Leigh se creyó tanto su papel  que dicen sufrió una depresión tras rodar el film. Los dos actores secundarios son extraordinarios: Kim Hunter, la hermana de Blanche y Karl Malden el novio maduro que se enamoró de la refinada Blanche para descubrir más tarde que todo en ella era mentira.

El final de la película es sublime. Blanche cae al suelo en un arrebato de locura. Las enfermeras intentan ponerle una camisa de fuerza. Ella patalea y se revuelve. Entonces el psiquíatra se acerca a Blanche y le ofrece una mano para incorporarla mientras que con palabras suaves y muy educadamente le dice: "Me permite, señora". Ella se agarra de su brazo y con ojos extraviados y a media voz murmura: "Siempre he dependido de la bondad de los desconocidos". Apoteósico.

En España se estrenó esta película en el año 1956 ¡Qué choque tan brutal con aquel pobre y deprimente cine español que entonces se hacía!

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