sábado, 25 de febrero de 2012

Fascinación por lo ignoto

Los agricultores y los cazadores/ganaderos de la antigüedad representan los dos conceptos de formas de vivir: la de los espíritus sedentarios y la de los nómadas.

Cuando yo viajaba en el tren expreso desde Madrid a Jerez de la Frontera, en mi temprana juventud, cuando el puro placer de vivir embriaga todas mis ilusiones, y en la estación de Atocha oía por megafonía el aviso de la eminente salida de un tren nocturno hacia Somport o Canfranc me invadía una sana envidia viajera que me producía deseos de embarcar en ese tren para amanecer en un lugar desconocido y lejano.
 El colmo de sentirme un cazador nómada, a lo que saliera y dónde fuere, era cuando algunos domingos, viviendo en Madrid, íbamos un grupo de amigos a tomar café al aeropuerto de Barajas. Allí nos sentábamos en una mesa de la única cafetería que entonces había en  aquella antigua terminal junto a las vidrieras que daban directamente a la pista de aterrizaje y hablábamos de unos y otros temas aunque a veces parecía como si todos nosotros estuviésemos esperando un aviso para embarcar. Yo sentía un agradable escalofrío cuando oía por los altavoces las próximas salidas de los vuelos hacia Buenos Aires, Nueva York o París. ¡Quién pudiera embarcar hacia esos destinos!

Cuando mi hija tenía 8 o 9 años de edad y le relaté que estando yo trabajando como técnico en una importante empresa, con un trabajo fijo (como ahora aspiran tantos) y ganando un salario más que bueno decidí cambiar de rumbo y marchar a tierras ignotas para conocer ambientes diferentes.Entonces me daba terror pensar que yo me jubilaría (dentro de 44 años) en esa misma oficina, entre aquellos compañeros, pero más viejos, y haciendo casi siempre el mismo tipo de trabajo. Puro horror.

Los tiempos cambian y cuando hay miedo e inseguridad, como ahora sucede en España, el ser humano tiende a aferrarse a su pueblo, a su familia, a un deseado trabajo "por vida" y .. la cuchara de la cotidianidad.

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