sábado, 25 de febrero de 2012

Vidas paralelas

Don Antonio y su querida esposa

Ma la trae al pairo lo que hacen con sus vidas los personajes populares (los mal llamados famosos), aunque si me llama la atención los cambalaches que suelen hacer para sobrevivir en determinadas circunstancias. Pura curiosidad etnológica.

Si se lee con atención  lo que sigue veremos un claro paralelismo entre esta historia y aquel otro matrimonio, de clara conveniencia por ambas partes, celebrado no hace mucho entre un escribiente y una anciana aristócrata.

"Doña Lola, 83 años de edad, viuda y propietaria de una gran centro comercial y un gran edificio de apartamentos, se encontraba muy sola en su inmensa casa atendida por un mayordomo y dos criadas. Sus hijos estaban casados y tenían sus vidas de acuerdo a sus profesiones. Por otra parte doña Lola odiaba a las cuidadoras a full time, decía que todas ellas eran unas mercenarias con sonrisas de plástico que buscaban solamente ganar un salario haciendo de gerentólogas aficionadas.

Los hijos le propusieron un plan efectivo para poder tener un acompañante las 24 horas del día hasta que los dioses se la llevaran en barca por aquella famosa laguna de los antiguos griegos. Le buscaría un marido: sí, un esposo; pero sólo sobre el papel: separación de bienes y con la promesa de dejarle una generosa pensión tras el fallecimiento de la anciana. Los hijos, directivos del centro coemrcial, se fijaron en Antonio, un dependiente de unos 50 años de edad que era fiel como un perro, dócil como un enano de circo, conservador y respetuoso con los poderosos de turno: de ellos.

Antonio aceptó el trato, se dedicaría, tras la boda, a cuidar y acompañar a la doña Lola hasta el resto de su vida. Él a cambio viviría a cuerpo de rey en una lujuso casa de La Moraleja, asistiría a fiestas de la alta sociedad y participaría, como miembro honorífico, como asesor del consejo de administración del centro comercial El Robledal.

Doña Lola y el ahora don Antonio viven en armonía; cuando ella le deja tiempo libre él se dedica a la filatelia, su gran pasión. Asiste de vez en cuando a esas reuniones mensuales cansinas entre ejecutivos del centro y proveedores que le hacen sentirse importante. Con ese placer fatuo de todo cargo inane.

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